La doble mirada de Ana Mattioli
Ana Cerrud, Diciembre 2016
La Estrella de Panamá
http://laestrella.com.pa/estilo/cultura/doble-mirada-mattioli/23974440
Después de ‘muchísimos años' de trabajar en publicidad, Ana Mattioli dejó Panamá y volvió a su Buenos Aires casi natal, donde el tiempo libre y un poco de aburrimiento, según confiesa, la llevó a la pintura.
Ese encuentro casi casual, esperando que pasaran unas ‘mañanas eternas' en las que sus dos hijos aún estaban en la escuela, empezó a dibujar, recuerda, ‘con un lapicito Wacom', esos digitales que se usan para escribir en ‘tabletas'.
‘ANA MATTIOLI, CON UNA VASTA CULTURA, TANTO ARTÍSTICA COMO LITERARIA, POSEE UNA CAPACIDAD INNATA PARA COMPRENDER LAS SITUACIONES MÁS COMPLEJAS',
MARIANO SAPIA MAESTRO (AAMNBA)
‘Me di cuenta de la comunicación del inconsciente con el dibujo, así como a los niños a los que su familia les hacen dibujar para conocer su estado emocional. En mí, como le sucedería a cualquiera que se pusiera a dibujar, aparecían imágenes totalmente relacionadas con lo que me estaba pasando, de una manera que parecía casual y caprichosa, pero que no lo era para nada', apunta la ya pintora de clarada, que se ha ganado el calificativo de ‘gran artista' de boca de su maestro y mentor, Mariano Sapia, de la Asociación de Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes (AAMNBA), de Argentina.
Un par de meses después, cuenta, ‘ya sentía la necesidad de meter las manos en la masa y ensuciármelas'.
Empezó con la carbonilla y el color ‘con extremada pasión', bajo la guía del mejor maestro que pudo encontrar para lo que define como su ‘anarquía congénita'.
‘Colores peleándose entre sí, líneas gruesas encontrando caminos angostos. Una suerte de aprendizaje artístico haciendo lo que a uno le interesa e importa', explica Mattioli a La Estrella de Panamá desde Buenos Aires, donde presentó su primera colección.
Así, relata, surgieron sus primeras figuras, cotidianas, familiares, cercanas, pero deformadas o ‘reformadas' a voluntad para dar rienda suelta, como explica en su declaración de principios artísticos, a la expresión de sus sentimientos.
Le ‘nacieron' así los ‘tótems' de dobles cabezas y doble mirada, como la que ella misma dirige hacia adentro y hacia afuera. Lejos y cerca, alternativamente, de sus dos destinos vitales, Panamá y Argentina.
‘Lo mío es la figura, pero con una doble mirada. Con lo externo y lo interno, con reflejos, con dobleces, con arrugas. A veces con humor, otras con mucho dolor y crítica. He pintado a miembros de mi familia, he pintado fotos de gente conocida y desconocida, me he mirado obsesivamente en el espejo para encontrar esa pequeña sombra que produce la nariz sobre el bigote, o el brillo de la luz en el ojo. Suelo comenzar pintando una figura y en la noche sueño que ese hombre, por ejemplo, tiene un chupete. Generalmente, las ideas vienen de mis sueños que es donde el inconsciente se manifiesta a sus anchas', apunta Matioli, sobre su trabajo, que ponto estará en una galería panameña.
Y si la forma de sus creaciones es siempre ‘civilizada', reconoce que el color le viene del trópico, ‘el Caribe me marcó para siempre', señaló. ‘Me fascinan los cielos enormes, la vibración cromática, los fondos abstractos plagados de colores intensos', dice. Es la anarquía salvaje de estas latitudes que tal vez conectó intimamente con la suya intelectual, agregamos, cómplices, nosotros.
La marca de los artistas
Cuando Ana Mattioli empezó a participar de la clase que doy en la Asociación de amigos del Museo Nacional de Bellas Artes, enseguida me di cuenta que se trataba de una persona excepcional; una vasta cultura, tanto artística como literaria, unida a una capacidad innata para comprender las situaciones más complejas del arte del dibujo y la pintura, hicieron que le prestara una especial atención.
Y confirmando mis presunciones, en poquisímo tiempo los resultados que consiguió fueron enormes.
Esto me llevó a invitarla a mi taller particular, donde ella aprendió los profundos y recónditos secretos del dibujo y la pintura.
Al poco tiempo nuestra relación cambió. Ya no eramos maestro y discípulo, sino colegas.
Su obra se caracteriza por una inusual firmeza en la relación de los colores y las formas. Y en la también poco frecuente capacidad de poder profundizar en las formas y no quedar atrapada en la anécdota. Es decir, que siempre es pintora y no ilustradora. Esa es la marca de los grandes artistas.